Las tecnologías no actúan sueltas, sino que se insertan en estructuras
sociales y culturales complejas.
Como ya nos
demostraron los investigadores Pinch y Bijker (1989), el determinismo
tecnológico es un mito peligroso. Siempre hubo muchas opciones tecnológicas,
pero ¿por qué algunas triunfan y otras no? Solo si miramos los procesos
sociales que dan vida y sentido a las tecnologías podremos comprender su
trayectoria.
¿Por qué triunfaron el pizarrón, el
cuaderno de clases, el libro de texto? ¿Solo porque alguien los inventó o los
supo vender bien al político de turno? No, en cada caso, estas tecnologías se
alinearon con ciertas necesidades profundas del sistema educativo: el método
expositivo como núcleo de la enseñanza en el aula (el pizarrón); la realización
de ejercicios que requería hacer visible y evaluable el trabajo continuo de los
alumnos (el cuaderno); la necesidad de masificar los contenidos curriculares a
través de la implementación de formatos comprensibles y de uso diario (el libro
de texto).
Para
comprender a las tecnologías educativas (y sus posibles impactos) debemos pensarlas
como parte de ambientes sociales y culturales. Los grandes cambios tecnológicos
son flujos, no inventos singulares. No importa tanto la tecnología específica
que se cree, sino cómo se inserta en un paisaje nuevo de sentidos para los
alumnos y docentes. Esto nos invita a pensar en verdaderas ecologías
educativas.
Los nuevos
medios y tecnologías cambian nuestro mundo de relaciones humanas, cognitivas,
culturales. Así lo sugería ya hace medio siglo Marshall McLuhan, el
revolucionario pensador de los medios de comunicación: “una
nueva tecnología extiende uno o más de nuestros sentidos hacia el mundo social
(…) es como cuando una nota se agrega en una melodía” (McLuhan, 1962).
No es tanto si
la escuela tiene o no sala de computadoras, sino qué tanto está cambiando la
forma en que funcionan los cerebros de los alumnos hiperestimulados por la
nueva sensorialidad que proponen las pantallas. Quizás sea más importante para
un docente saber qué tipo de consumos culturales tienen sus alumnos que tener
conectividad en una pizarra electrónica. Las reflexiones pedagógicas y de
política educativa deben partir de lo que estas nuevas conexiones tecnológicas
significan, no de la tentación permanente por consumir lo nuevo.
Las tres claves articuladas para el uso de las TIC en la política educativa
¿La tecnología
se usa para repetir o para cambiar las pedagogías?